Felgueiras, localidad con gran tradición zapatera, norte de Portugal, media mañana. Al llegar, nos reciben con esa hospitalidad propia de estas latitudes. El portugués en general -y el del norte en particular- es un anfitrión excepcional y por ello, sabíamos que nuestra visita a las entrañas de Sanjo, legendaria marca portuguesa de zapatillas de casi un siglo de existencia, no iba a tener desperdicio alguno. Primero, por lo que supone asistir al proceso artesano de la confección de calzado de calidad, algo que con el fast fashion se está perdiendo. La industria del calzado portugués cada día crece más, porque si algo ha sabido es adaptarse a los tiempos manteniendo su esencia más genuina. Y Sanjo, que nacía allá por los años 30, ha tenido muy claro eso de ‘renovarse o morir’. Nosotros te contamos desde dentro (y nunca mejor dicho), el pasado, presente y futuro de una firma (número 1 en el país vecino) cargada de valores que ha sabido resurgir y que pisa cada vez más fuerte. ¡Dale al play y recorre con nosotros la fábrica de esta calzado tan COOL!

«Hemos puesto la marca más moderna, hemos innovado los materiales y hemos transformado la marca en algo más joven, más cool»

Ser partícipe del proceso de elaboración artesanal de este calzado fue un auténtico privilegio. Porque en COOL pudimos comprobar de primera mano cuánto trabajo y dedicación hay detrás de un par de zapatillas Sanjo. Tradición y vanguardia que se unen en una amalgama insuperable. «Nosotros trabajamos mucho para seguir mejorando la marca. Nos juntamos todos y nos hemos preguntado qué es necesario hacer para que Sanjo siga siendo un buen proyecto. Hemos puesto la marca más moderna, hemos innovado los materiales y hemos transformado la marca en algo más joven, más cool», nos explica José do Egito Manuel Magalhaes, el administrador de la marca junto a su  Helder Pinto.

«Creo que Sanjo es un legado. Hemos aprendido con el pasado a mantener ese legado, cuando se intentó lo contrario, falló», asegura uno de sus actuales dueños. Razón, no le falta. Ya que esta marca cuenta con una marcada tradición que al final, es el secreto de su éxito y su resurgir actual.

«Yo siendo que Sanjo es el balance perfecto entre la narrativa del pasado y el futuro», nos cuenta Vítor Costa, Director Creativo de la marca mientras, junto a él, somos partícipes del proceso de confección de las zapatillas que este ocurrente y talento joven diseña.

Una historia que empieza en los años 30…

La historia de esta marca se comenzaba a escribir en el norte del vecino Portugal en 1933. Tras su fundación, Sanjo pronto se convertiría en todo un referente en el país luso. Sin embargo, en los 90, se toparon de frente con una situación de crisis debido a diversos cambios sobre todo económicos y políticos (como la entrada de Portugal en la Unión Europea) y se vieron obligados a cerrar. Una década después, al inicio de los años 2000, un empresario de Lisboa intentaría revivirla pero sin éxito, ya que su decisión de externalizar la producción y hacer el calzado en China hizo que al final, la calidad se viera afectada y Sanjo, siempre estuvo ligada a la artesanía y a la calidad por tanto, algo fallaba. El resurgir de la marca cual ave Fénix llegaría en 2019 con los dedicados José do Egito Manuel Magalhaes y Elder Pinto.

«Yo siendo que Sanjo es el balance perfecto entre la narrativa del pasado y el futuro»

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Con ya 90 años de edad (que se dice pronto)  la última propuesta de Sanjo presenta una línea en la que echa la vista atrás para calzar el futuro. Lo hace, claro, versionando dos de sus modelos más emblemáticos: las K100 –de bota, acordonados y con la parte superior redondeada– y las K200, similares a las anteriores aunque en bajo. También incorporando a la familia a las nuevas SL250, unas deportivas sin cordones con las que añadir un twist a los looks más básicos. ¿El dato a tener en cuenta? Que los tres diseños son, además de cómodos, sostenibles, puesto que tanto la puntera como la suela están fabricadas con materiales 100% veganos.

Lo mejor es que todos los nuevos diseños de Sanjo nos hacen soñar con una temporada a todo color, tiñéndose de verdes, azules, rojos o amarillos. También con estampados de rayas –motivo imprescindible en los días más veraniegos– o tie dye, un print insignia del movimiento hippie de los 70 y que, en las últimas temporadas, se ha adueñado de los armarios y los zapateros de los más estilosos. ¿Su fin? No pasar desapercibido allá donde vayas durante los próximos meses. Y vaya si lo logra.